Diseño industrial en la era de las pantallas: por qué lo tangible sigue siendo esencial

4 dic 2025

Hélices impresas en 3D mediante tecnología de estereolitografía.
Hélices impresas en 3D mediante tecnología de estereolitografía.
Hélices impresas en 3D mediante tecnología de estereolitografía.

Hubo un momento (no hace tanto) en el que los productos hablaban a través de su propia forma. La ruleta de tu mando giraba con la resistencia justa, botones deslizantes, pulsadores, clicks... La interacción física era parte del lenguaje del diseño.

Hoy, en cambio, casi todo tiene una pantalla. Paneles táctiles que lo absorben todo: la climatización del coche, los interruptores del hogar, la interfaz de cualquier aparato. Y aunque esta tendencia promete simplicidad, también ha borrado algo esencial: la manera en la que nuestro cuerpo recuerda los objetos.

Lo vemos en el sector automotriz. Durante años, la carrera fue eliminar botones para ser más "minimalista", pero muchos fabricantes están dando marcha atrás. Un control físico, bien diseñado, aporta seguridad porque se identifica sin mirarlo. Aporta emoción porque ofrece una respuesta háptica. Y aporta un carácter propio que una superficie negra y brillante no puede transmitir. No es nostalgia; es ergonomía, psicología y sentido común.

Lo interesante es que esta reflexión no se limita a los coches. Incluso empresas 100% digitales —apps, plataformas o servicios online— están descubriendo que añadir un objeto físico puede cambiar la percepción completa de la marca. Un accesorio, un soporte, una pieza funcional o un pequeño dispositivo convierte algo intangible en algo real, memorable y diferenciador. Algo que se puede sostener en la mano.

Vivimos en una época dominada por pantallas, sí, pero diseñar únicamente para ellas es renunciar a una parte fundamental de cómo entendemos el mundo. Nuestro cuerpo, no solo nuestra vista, participa en la experiencia del producto. Y ahí está el desafío: no elegir entre lo digital o lo físico, sino combinar ambos con inteligencia.

La innovación real no está en llenar todo de interfaces táctiles, sino en entender cuándo una pantalla suma y cuándo un gesto, un material o un click mecánico crean algo más humano. Quien sepa moverse entre estos dos mundos diseñará productos con personalidad, con presencia y, sobre todo, con significado.

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